Ella solía ser una persona alegre y auténtica, aunque a muy pocos mostraba su verdadera esencia. En las reuniones sociales prefería quedarse en segundo plano. Escuchar era lo que más le gustaba, se sentía segura allí. Y cuando hablaba, casi siempre, lo hacía desde el conocimiento, no desde el corazón.
Sus amigas siempre la buscaban para contarle los problemas. A Sofía le encantaba ayudar a los demás, se le daba bien : daba buenos consejos y empatizaba con facilidad. Pero cuando Sofía sufría lo hacía desde la soledad, no contaba a nadie sus problemas. Se sentía demasiado vulnerable si mostraba sus sentimientos , así que con su coraza bien puesta vivió. Vivió amores, trabajos, amistades, durante muchos años, pero protegiendo su corazón, en la seguridad. Así fue como sólo atraía hombres igual que ella, seres con miedo a mostrarse tal como son. Nunca se sintió amada de verdad, siempre faltaba algo. Faltaba una conexión profunda por parte de los dos miembros que formaban pareja.
Un día le conoció a él, él era distinto. Su mirada le intrigaba,aunque no era guapo, a Sofía solo le gustaba los guapos. Le generaba curiosidad, había algo por descubrir diferente a lo que ya conocía. Este chico le daba confianza, como si le conociera de antes…. Pero Sofía volvió a no escuchar a su corazón y el hombre más guapo que jamás había visto se cruzó en su camino. Fue un flechazo en toda regla, Sofía volvió a enamorarse de la fachada, del escudo. No profundizó en su corazón o en su alma. Seducida por la belleza y guiada por el miedo a estar sola se casó y tuvo una hija, con este hombre: que la veía pero no la miraba, veía su cuerpo pero no su alma.
Pasaron los años. Día 10 de Septiembre, su hija comenzaba el colegio, 9 de la mañana, en la puerta del colegio. Aquel chico que la intrigó en su día también estaba allí: su hijo empezaba el colegio, misma clase que su hija. Y es que la vida es misteriosa. Las casualidades no existen: todo pasa para algo. Todos los días se miraban, se observaban, cualquier excusa era buena para hablarse. Cada vez tenían más confianza el uno con el otro. Todas las mañanas ,cuando él la miraba ,podía ver a través de sus ojos su alma, le decía: “Sofía qué te pasa, hoy estás triste, no estás bien, algo te pasa…”
La primera vez que Sofía se dió cuenta que él podía verla , y ver su alma, se sintió conmovida. ¿Cómo es posible que este chico que apenas me conoce sepa lo que estoy sintiendo y mi propio marido no se de cuenta? se preguntaba Sofía todos los días .Sofía empezó a conocerle más, compartían gustos, formas de ser, tenían los mismos valores, principios, costumbres, a Sofía le gustaba mucho hablar con él. Le admiraba por todas esas cosas y se dió cuenta que si le admiraba tanto y en el fondo eran tan parecidos, ella también se podía admirar. Pudo ver en otra persona cómo era ella y le gustó. Se enamoró de él y de ella misma.
Sólo cuando pudo aceptarse a sí misma pudo mostrarse orgullosa ante los demás, sin miedo. El peligro para ella no eran los demás sino ella misma, sus inseguridades y complejos. Gracias a este chico pudo ver desde fuera que es maravillosa tal como es.
Y es que, por fin, Sofía había encontrado su espejo. Y sólo podemos amarnos si aceptamos lo que vemos.
Recuerda:
1ºConócete
2ºAcéptate
3ºÁmate
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